Si la isla pitiusa tiene algo innegable es que ofrece experiencias para todos los gustos. Sólo hay que saber descubrirlas.
Decido viajar a Ibiza en el mes de mayo, cuando el buen tiempo en cierta manera ya acompaña y las ingentes cantidades de turistas aún no han cruzado el Mediterráneo.
Nada más aterrizar acudo a la oficina de alquiler de Sixt en el propio aeropuerto, en la que había reservado mi cochecito y en diez minutos ya estaba montado en él! Me encanta esta compañía por su seriedad, elegancia y porque ante cualquier inconveniente tienes un equipazo humano detrás que verdaderamente se preocupa por ti.
Elijo para mi estancia el Hotel Sol Beach House, enclavado en la que para mí es la mejor zona de la isla para alojarse: Santa Eulalia del Río. Digamos que estás cerca de cualquier punto al que quieras llegar, en un pueblo muy bonito y lo mejor, de los más tranquilos en cualquier temporada del año. Desde aquí, tenía máximo treinta minutos en coche a cualquier punto, ya fuera norte o sur de la isla, así que todo un lujo.
Del hotel destaco la confortabilidad y amplitud de sus habitaciones y las impresionantes vistas al mar.
La primera tarde la dediqué a conocer el pueblecito donde me alojaba, Santa Eulalia y como lugar imprescindible destaco subir a Puig de Missa. Se trata de una pequeña montaña coronada por una bonita iglesia del Siglo XVI y desde la cual se tienen unas privilegiadas vistas de la comarca. Además, el paseo es de lo más agradable y tranquilo.
Por la noche seguí una de vuestras recomendaciones y fui a cenar a Can Anita, un restaurante de lo más pintoresco (tiene más de un centenar de buzones en su interior, donde los vecinos de la zona acuden cada día allí a recoger sus cartas) y con un plato estrella llamado ‘Montaditos’ que consistía en una bandeja con varias tostas de pan payés, tortilla, jamón y carnes a la plancha. Buena relación calidad precio.
Como pueblos imprescindibles, no dejéis de visitar Sant Carles de Peralta, Sant Miquel de Balansat y Portinatx, seguro que hay muchos más que merecen la pena y os animo a que cojáis el coche y mapa en mano los vayáis descubriendo. Ibiza es uno de esos lugares en los que a través de pequeñas carreteras y poco transitadas, puedes llegar a lugares mágicos. Uno de ellos es la mítica puesta de sol frente a Es Vedrá, una pequeña isla ubicada en el suroeste y con multitud de leyendas alienígenas en la que la puesta de sol es sencillamente impresionante. No dejéis de sacar un hueco una tarde para ir hasta allí a verla, no os defraudará.
La cala que más me gustó fue Cala Saladeta, aguas cristalinas, arena fina y dorada y no demasiada gente (al menos en mayo).
En cuanto a gastronomía dos menciones muy dignas: Can Mosson y el nuevo restaurante Otto Zutz, enclavado en el Hotel Axel de Sant Antoni.
Can Mosson está situado en Playa d’Embossa, pero no os dejéis engañar por esto, porque se trata de una antigua casa con más de trescientos años que ha sido acondicionada como restaurante y que enamora nada más verla desde fuera. Es uno de los lugares más especiales en los que puedo decir que he comido en toda mi vida. ¿Por qué? Todas sus verduras las cultivan ellos mismos en su huerto, las carnes proceden de ganaderías locales en las que los animales son tratados con el máximo respeto y alimentados de manera natural, sus postres están elaborados con materias primas de máxima calidad y no hay nada en su carta que no elaboren ellos mismos al instante para ti. Por poneros un ejemplo: Nos recomendaron pedir como entrante unos huevos rotos con sobrasada (que hacen ellos mismos también). No es un plato que suela pedir porque aunque me encanta, considero que es algo que no tiene mucho secreto hacer, pero claro, cuando los huevos son de gallinas en libertad, las patatas de tu huerto, la sobrasada la elaboras tú mismo a partir de la mejor carne de cerdo y todo ello lo cocinas en brasas naturales en lugar de una sartén, pues el resultado es un espectacular plato que no deseas que se acabe nunca.
Además de esto, probé una estupenda y fresquísima ensalada con cecina, y como plato fuerte una parrillada de carnes, de la que destaco el pollo payés, que literalmente se deshacía en la boca y con un sabor tan intenso como natural. El mejor pollo que he comido en mi vida, sin duda! Aquí os dejo algunas de las fotos que saqué durante la cena:
En el otro lado de la isla, en el Oeste, se encuentra AxelBeach Ibiza, un hotel que abrió el año pasado y en el que están apostando fuerte este año con la gastronomía. Otto Zutz se llama su restaurante y tiene unos platos verdaderamente sorprendentes en una cocina fusión oriental-mediterránea. Como entrante el que más me gustó fue su Rollito Tropical elaborado con aguacate y mango, relleno de atún y sobre una cama de carpaccio de tomate, espectacular!
Como plato principal, una exuberante cazuela de Arroz con Bogavante llegó a la mesa. Un guiso perfectamente ejecutado, con producto de calidad y un arroz en su punto. El despedazar un bogavante entero e ir comiendo toda su carne es toda una experiencia de lo más divertida y deliciosa 😉
Destacar también la cálida atención del personal del hotel, que siempre son encantadores y la mimada decoración, la verdad es que es un excelente lugar para una perfecta velada romántica.
Y ya en Ibiza capital, no dejéis de subir a Dalt Vila y perderos por sus adoquinadas calles de casitas blancas. Es uno de los barrios más bonitos de toda España, un recinto amurallado del Siglo XVI que corona la ciudad y declarado Patrimonio Mundial de la Unesco. Un lugar en el que se respira paz, sin grandes aglomeraciones y desde el que podréis disfrutar de unas excelentes vistas: A un lado el Puerto y la ciudad nueva y del otro el azul del Mediterráneo. Consejo: En cuanto paséis las dos estatuas romanas que dan entrada a Dalt Vila, guardad el mapa y caminad siempre hacia arriba, aquí existen tantos rincones y pequeñas plazas con encanto que seguro que durante vuestro camino no podréis evitar hacer varias paradas y contemplar toda su belleza. Y por supuesto, sacar fotos también!
En definitiva, Ibiza es una isla de contrastes. Que lo tiene todo y resulta muy amable de descubrir. La primavera es una excelente época para visitarla por su tranquilidad, pero estoy seguro de que incluso en pleno verano, si os aventuráis por lugares de esos a los que apenas existen indicaciones, podréis llegar a lugares realmente especiales y es que Ibiza pese a todo, continúa siendo muy auténtica.